La guerra de los Treinta Años enfrentó a las grandes potencias de la época en un conflicto que empezó por motivos religiosos pero acabó derivando en una lucha por el poder. Con tal de hacer frente a los ejércitos enemigos, ambos bandos contaban con la ayuda de mercenarios, y de hecho nuestro protagonista es uno de ellos. Pero aparte de su pericia, lo que hace especial a Issak es su origen: ¡era un soldado japonés!
Septiembre de 1620. Europa es un hervidero a causa de la Guerra de los Treinta Años, especialmente recrudecida por culpa de una dura ola de frío. Las potencias se enfrentan entre ellas y, en el Sacro Imperio Romano, vive un guerrero japonés que vende sus habilidades como mercenario. Su nombre es Issak y su destino fue sellado el día que su maestro fue asesinado en Japón, tras la campaña del asalto al castillo de Osaka. Desde ese momento, persigue a su asesino, contratado por la corona de Castilla, aunque ello haya significado cruzar el mundo hasta acabar insertado en un conflicto tan ajeno a él como el que enfrenta sin cuartel a españoles, holandeses y alemanes. Con una premisa tan interesante como ver a un guerrero japonés en medio de un conflicto europeo en el siglo XVII, el guión de Shinji Makari le da alas al dibujante coreano DOUBLE-S, que se explaya recreando las gigantescas batallas con cientos de miles de personas, sin escatimar en la crudeza de los choques entre regimientos.
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