Ann duerme dentro de su coche, toma vino al sol sobre el capó y se ducha en las gasolineras. Decidida, libre y liberada, prostituta ocasional, va donde la lleve el viento, huyendo de cualquier tipo de rutina o ataduras. “Yo no podría soportar ver todos los días el mismo paisaje desde la ventana”, afirma Ann. “Quiero llevar una vida más emocionante, convivir con sorpresas y peligros, el sol y la oscuridad. Mi coche es una alfombra mágica que me lleva adonde quiera, cuando quiera”.
Por su camino se cruzarán tipos malintencionados, mujeres tristes y valientes, malas lenguas o niños en busca de cariño. Ann, con sus frufrús y sus mechones rebeldes, es capaz de zurcir corazones al igual que abrir cabezas, puede ser la más generosa o la más feroz, y siempre acaba marchándose veloz por la carretera.
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